El problema no es “entre
la corriente de Miguel Vargas y la corriente de Hipólito Mejía”.
JUAN TAVERAS HERNANDEZ
Una buena parte de la prensa, por razones económicas,
insiste en presentar el conflicto del Partido Revolucionario Dominicano como
resultado de las disputas entre Hipólito Mejía y Miguel Vargas Maldonado. Y no
es cierto.
El problema no es personal, es político. No es tan simple
como una discusión entre comadres. Ni el pleito entre dos hombres por la hembra
más buena del barrio. El problema es, entre Miguel Vargas, apadrinado y
protegido por el gobierno, y los que
luchan por salvar al PRD.
El problema no es “entre la corriente de Miguel Vargas y la
corriente de Hipólito Mejía”. Eso es maniqueísmo absurdo. Hipólito no representa una corriente, ni una
tendencia política a lo interno del PRD en estos momentos. El ex presidente de
la República se ha sumado a los que buscan arrancarle el PRD de las manos, no a
Miguel Vargas, sino al candidato sempiterno del PLD, Leonel Fernández, quién
maneja los hilos del títere.
Una buena parte de los que hoy adversan a Miguel Vargas eran
de su grupo. Gente que lo apoyó casi incondicionalmente, pero que luego, por
vergüenza, por dignidad, por principio, por amor al PRD, por los abusos y los
atropellos que recibieron, lo
abandonaron.
Durante la campaña electoral los dirigentes del PRD se
integraron, en cuerpo y alma, para ganar las elecciones. Mientras ellos
trabajaban denodadamente, sacrificándolo todo, incluso sus hogares y
familiares, el presidente del PRD y sus seguidores trabajaban para impedir el
triunfo. Tanto es así, que cuando la Junta Central Electoral dio ganador al
PLD, Miguel y su gente lo celebraron por todo lo alto en un hotel de la
capital. Y al grito de: “¡Misión cumplida!”, brindaron levantando sus copas.
(La traición se había consumado)
El problema pues, no es entre Hipólito y Miguel. Es entre el
PRD y Miguel. Entre fieles y traidores, entre los que les duele el PRD, y lo
traidores alumnos de Judas.
Estatutariamente
Andrés Bautista es el presidente en funciones del PRD, Orlando Jorge
Mera, secretario general, Geanilda Vásquez, de organización. Y detrás de ellos,
ocupando puestos importantes de dirección, elegidos en la convención, muchos
otros.
Es en ese grupo de dirigentes y militantes institucionales
que están Hipólito Mejía, Luis Abinader, Milagros Ortiz Bosch, Hugo Tolentino
Dipp, Guido Gómez Mazara, César Cedeño, César Sánchez, Tony Peña , Yanet
Camilo, Jesús Ferris Iglesias, Tony Rafúl, Ana María Acevedo, Fafa Taveras, Arturo
Martínez Moya, Jaime Aristy Escuder,
Manuel Durán, Alerto Atallah, Arsenio Borges, Wellington Arnau, Fello Suberví, Víctor Méndez, entre muchos
otros, respaldados por más de dos millones de hombres y mujeres que votaron por
los candidatos del PRD anhelando un cambio con la esperanza de un porvenir
mejor.
El problema es que Miguel traicionó al partido y al
candidato que debió apoyar con todas sus fuerzas. El problema es que, como
consecuencia de esa traición el PRD no está
en el gobierno. El problema es que Miguel negoció con Leonel Fernández y el PLD la
suerte del partido que presidía. El problema es que por esa traición Miguel es hoy el hombre más
repudiado y odiado por las bases de ese partido. El problema es que el
gobierno, utilizando a Miguel como punta de lanza, quiere destruir, dividir o
desarticular al PRD para que no pueda hacer oposición.
El problema –si quieren que les diga más- es que Miguel es
la garantía de triunfo en el 2016 de Leonel Fernández y el PLD. El problema es
que Miguel ha demostrado ser el “político” más ignorante y torpe que registra
la historia mundial desde Maquiavelo hasta nuestros días. El problema es que
Miguel es el problema del PRD. El problema es que Miguel ya no cabe en el PRD.
El problema es que salvar al PRD es salvar la democracia dominicana. Por lo
tanto el problema no es personal, es político.